Quedan dos días para que
termine este 2.012. Al final, el mundo no se ha acabado, así que como los Mayas
no han acertado en liquidarnos a todos en un día, nuestros políticos podrán
seguir haciéndolo a diario, como hasta ahora. Como la eutanasia es pecado, no
nos quedará otra que seguir muriéndonos lenta y agónicamente.
Ahora mismo, al otro lado
de mi ventana el termómetro me debe 3º para estar en paz. Tengo la oscuridad de
un anochecer, las compras para la Nochevieja hechas, me acompaña la música de Joaquín
Sabina y tanto a mí como a las dos perritas
que tengo a mis pies debajo de la mesa, nos da lo mismo la velocidad que llevan
las manecillas de cualquier reloj.
Tenía la pretensión de
hacer una pequeña reflexión de este año, pero tengo la sensación clara de que cerraremos
algunos más con balance parecido e idéntica sensación de hastío, así que he
decido aplazarla para cuando sea merecido celebrar su final, ya sea en mi
persona, o por delegación testamentaria,
ya veremos.
Mientras, y no por
casualidad, me han encontrado ellos a mí, estos maravillosos versos de Miguel
Hernández de su poema “Vientos del pueblo me llevan” de 1.937. Vaya por
anticipado que jamás me han importado las banderas, himnos, escudos, naciones
ni religiones, siempre preferiré batirme, si tengo que hacerlo, por los
derechos y la dignidad de las personas.
Os dejo algunos de sus versos aquí escritos y recitado el poema entero
en el vídeo que adjunto.
Pues al final ha pasado lo que era predecible, teniendo
en cuenta el tipo de personajes que nos gobiernan, no sólo ahora sino de siempre,
cuando los temas a tratar, afectan a los más ricos y poderosos.
El PP no realizará ninguna modificación en el tratamiento
fiscal que tienen las SICAV en nuestro país. Pero en su momento, tampoco lo
hizo el PSOE, el padre de la criatura, quien por cierto también, las puso bajo
la tutela de la CNMV y no de Hacienda. Hasta el GESTHA (Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda) ha
manifestado reiteradamente la necesidad de retocar la normativa de las SICAV,
como una vía para incrementar la recaudación fiscal que otros, han preferido hacérsela
pagar a los pobres, en lugar de a los ricos.
Para ponernos un poco en situación, las SICAV, son las siglas
de las Sociedades de Inversión de
Capital Variable, definición que por sí misma, no dice mucho, pero que son el
vehículo de inversión preferida de las grandes fortunas y familias más
poderosas de España (y parte del extranjero).
El motivo es sencillo, mientras cualquier modesto
ahorrador o inversor, tiene que pagar a Hacienda entre el 19% y el 21% por el
rendimiento que obtenga de su dinero (en plazo fijo, fondos de inversión,
acciones en bolsa, etc.) y cualquier sociedad entre el 25% o 30% de sus
beneficios, vía impuesto de sociedades, las SICAV, sólo deben pagar un 1%.
Cierto es, que en caso de querer rescatar el dinero de
una SICAV vendiendo su participación, las plusvalías están sujetas a una tributación
normal, pero también es cierto, que para eso los ricos, tienen otros atajos para minimizarla.
Traduciéndolo a números, que somos españoles y nos
apañamos mejor: por ejemplo, si mi abuela por toda su fortuna a plazo fijo,
obtiene 1.000€ de intereses en un año, deberá pagar a Hacienda 190€ en concepto
de IRPF. Si mi abuela los hubiese obtenido por invertir en una SICAV, pagaría
únicamente 10€. Más aún, si mi abuela fuese empresaria, y esos 1.000€ fuesen el
beneficio de su empresa, debería pagar 250€ o 300€ en impuesto de sociedades ¿Interesante
o Despreciable?
Por cierto, que nadie vaya mañana a su banco o caja de
ahorros a sacar el dinero que tiene para invertirlo en una SICAV. No es tan fácil
colarse en el club de los millonarios. Constituir una SICAV requiere un capital
inicial de 2,4 millones de euros y contar con un mínimo de 100 partícipes
(claro que siempre se puede recurrir a los llamados “mariachis”, es decir, “partícipes
de paja” cuyo papel no requiere de mayor explicación ¿verdad? Por otro lado,
poco valor tiene este nº mínimo de participes, cuando no hay limitación en que
uno solo, puede concentrar el 99% del capital).
A septiembre, el patrimonio total gestionado por estas
SICAV en España, asciende a 23.778 millones de euros, repartidos en 3.045
sociedades que aglutinan a 405.084 accionistas. Aunque si descontamos la
presencia de los “mariachis”, quizás deberíamos decir, que estamos hablando
únicamente de 8.200 participes reales, un 2% del total).
Resumiendo, las SICAV son uno de los más claros y
descarados ejemplos de proteccionismo, agravio comparativo protegido y
desigualdad promocionada y amparada, para favorecer la especulación de las grandes
fortunas, sin el correspondiente pago de impuestos, además sin ningún tipo de
tapujo ni vergüenza. Un tema, que sólo ha servido para que a los políticos, se
les llenase la boca con la intención de hacer algo, pero que se les vaciasen los
cojo…, a la hora de hacerlo realmente. Lo
que a la práctica, ha supuesto la promoción y protección de las SICAV como verdaderos
cotos y paraísos fiscales encubiertos.
La excusa “oficial” para tal vista gorda, ha sido siempre
que empeorar su fiscalidad, provocaría que el dinero de estas SICAV se iría fuera
de España. Si esta razón fuese cierta, también lo sería, que el tratamiento de
las SICAV fuera de España es mejor.
Pero no es así. Recopilando información al respecto de las
condiciones de estas sociedades en el resto de Europa, no parece que ese mejor
trato exista, habiendo por tanto margen para “endurecer” las condiciones en
España, al menos, para que no parezcan tan “favorables”:
En Francia, las
plusvalías obtenidas por los socios y partícipes de una SICAV tienen un límite
mínimo del 16% y pueden llegar a tributar hasta un 26%. Pero además, están obligadas
a invertir en la economía francesa, ya sea industria o deuda. En España no, de
hecho, las SICAV españolas financian mayoritariamente economías extranjeras.
En Italia, la entidad paga un 12,5% por el Impuesto de
Sociedades, aunque los socios no tributan por las rentas generadas.
En Reino Unido, están exentas del Impuesto de Sociedades, pero los rendimientos se
van a un tipo del 20% si proceden de fuente extranjera. Las rentas por persona
física se integran en la base del contribuyente con un tipo de entre el 10% y
el 40%.
En Alemania, tampoco
tributan por el Impuesto de Sociedades, pero los accionistas, pagan por los
beneficios en el impuesto de la renta en régimen de transparencia fiscal como
persona física o bien, si lo hacen como empresa, en el Impuesto de Sociedades.
En Austria, el reparto de dividendos y de intereses entre personas físicas,
tiene una retención del 25%, que opera como impuesto final.
En Holanda, las sociedades tienen tipo cero, pero los
socios tributan como persona física, con un tipo del 30% sobre un rendimiento
presunto del 4% de la SICAV.
Irlanda. Estas sociedades están
exentas del Impuesto de Sociedades, pero las plusvalías o reembolsos están gravadas
con el 23%.
Entre las SICAV con más patrimonio estan Morinvest, gestionada por BBVA,
en la que participa la empresaria Alicia Koplowitz; Allocation, vinculada a la
familia del Pino, propietarios de Ferrovial; Soandres de Activos, de Rosalía
Mera, fundadora junto a Amancio Ortega de Inditex (Zara) o Kefren de la familia
Entrecanales, máximos accionistas de Acciona.
Personalmente, en el contexto de crisis económica actual, sufriendo todos
las consecuencias de la política continuada de recorte de gastos (sanidad,
educación, pensiones), teniendo que pagar los españoles de nuestro bolsillo, miles
de millones de euros para rescatar un sistema financiero, cuyo agujero lo han
creado un grupo de chorizos e incompetentes de forma premeditada y consentida,
y quedarse sin sus ahorros miles de personas por el escándalo de las
participaciones preferentes, deuda subordinada o acciones de Bankia, el tener
que convivir día a día con noticias como esta, francamente, le revuelven a uno
las tripas y hasta las entrañas más allá de la muerte. RIP
Teniendo en
cuenta las fechas en las que estamos, lo apropiado de sentir y desear, debería
ser una Feliz Navidad para todos, que el próximo año sea infinitamente mejor
que el que está a punto de acabarse y que podamos vivirlo rodeados de todas las
personas que son especiales para nosotros.
Por mi parte es
lo que deseo a todo el mundo, incluso a mí mismo, con todo mi corazón y con el
mayor deseo de que así se cumpla.
No obstante,
debo decir que entre políticos y banqueros, nos lo están poniendo rematadamente
difícil, por no decir que imposible. Hace poco, un amigo al devolverme y
agradecerme mi felicitación de Navidad, compartía conmigo el texto que había visto
en un cartel: “No tengo miedo que se acabe el mundo en el 2.012. De lo que
tengo pánico es que todo siga igual”. Pues eso.
Que el punto
donde nos encontramos, es la consecuencia irremediable de una ambición desmedida e individualista de ciertas
personas, me parece evidente. Qué durante demasiado tiempo, en este país, enriquecerse
a costa de quien fuese y por encima de cualquier sometimiento legal o moral,
era algo habitual, más aún, parecía hasta reprobable no hacerlo –insisto,
siempre para unos pocos-. Qué la pillería, la estafa, la prevaricación, el
soborno y otras tantas malas prácticas, no importaban, ni eran perseguidas o,
mucho peor, se tapaban a costa de favores y chantajes. Imperaba la impunidad,
el homenaje y hasta incluso, a uno le podían nombrar presidente de la CEOE. ¡Qué
más daba!
Pero llegados
al punto en el que estamos. Después de haber explotado todo –y lo que aún
queda-, presenciar día a día que los supuestos remedios y arreglos a todos esos
desmanes, siguen haciéndose igual de mal, con la misma intención de que no
sirvan para nada, que se siga utilizando la mentira para explicar las
soluciones, las medias verdades, la confusión o las promesas que jamás se
cumplirán, me hace reconocer amargamente que no nos da la gana aprender absolutamente
nada –eso debe ser caro e inútil para algunos- y lo más evidente es que los que
estamos jodidos, los que siempre nos toca estarlo, seguiremos estándolo más aún.
A pesar de
todo, Feliz Navidad, aunque confieso que, si además, me dejaran encender una
pira en medio de la plaza de mi pueblo, con unos 150 personajes que ahora mismo
se me vienen a la cabeza, encima, sería una fantástica Noche Buena y un
próspero Año Nuevo.
Hacia una mañana espléndida, había llovido durante casi toda la noche y el
bosque se despertaba poco a poco oliendo todavía a sombra y humedad. Todo
empezaba a recobrar su ritmo vital y sus habitantes, animales, plantas y hasta
la más insignificante gota de rocío, se disponían a retomar el ciclo de ese
nuevo día.
En un extremo del bosque, con el paso del tiempo, lluvias y erosiones, se
había quedado algo alejado un alcornoque. Era un árbol robusto, de casi 15
metros de alto, con su corteza grisácea y corchosa profundamente agrietada por
una vejez ya centenaria y ligeramente oscurecida en los huecos que el tiempo
había provocado en algunas partes de su corteza.
Hacía muchos años ya, que había perdido una de sus más grandes ramas, por
culpa de un rayo que le dio de pleno una noche de tormenta. No pudo hacer nada,
más que aceptar esa mutilación, contemplándola, como parte de él mismo,
yaciendo a sus pies desde aquella noche.
Había salido el sol ya completamente, y un pequeño gorrión se poso sobre el
tronco a sus pies. De forma saltarina, tanteo el centímetro donde se había
posado, miró nerviosamente a su derecha e izquierda y picoteo su corteza hasta
sentirse del todo seguro en él.
El tronco le dijo:
- ¡ Qué suerte la
mía¡ llevo aquí postrado casi 100 años, amputado de mi tronco y tendido en este
suelo, que sólo humedad sabe darme, el sol no me rodea cada mañana y ya ni
recuerdo el sabor de mi savia. Sin embargo, tú cada mañana sin remedio, te
posas encima mío, me picoteas y te vas sin más hasta el día siguiente. No es
justo, ¿no crees gorrión?
El gorrión, con su pensamiento más ocupado y atento a la comida que tenía
que encontrar para su nido aquella, como todas las mañanas, se quedo pensando
en lo que le había dicho el tronco y le contestó:
- Tienes razón, no me gustaría ser tú ni encontrarme en tu estado,
pero soy un pequeño gorrión, y no se hacer nada diferente cada día de lo que mi
bisabuelo, abuelo y mi padre me enseñaron que debía de hacer, dónde y cómo.
Sino lo hiciese así, me podría perder en el bosque, mis pequeños morir de
hambre sin comida y sin haberles enseñado como llegar hasta aquí, y tú quedarte
solo sin esta breve compañía, para siempre.