miércoles, 30 de enero de 2013

Del Sardinero a la Toscana

En octubre de 2007, Emilio Botín presidente del Banco de Santander, compró el banco italiano Antonveneta por 6.640 millones de euros.

Este banco italiano era uno de los activos, junto con el Banco Real de Brasil, que se adjudicó el Santander, cuando junto a un consorcio de bancos (el Royal Bank of Scotland y el belga Fortis), adquirieron el banco holandés ABN Amro a finales del 2007, con la intención de dividirlo y repartirse sus diferentes áreas de negocio. La que se llamó “operación Tulipán”. El importe total de la operación, supuso para el Santander un desembolso de unos 20.000 millones de euros.

En noviembre de 2007, apenas unas semanas después de su compra, y como quien dice sin apenas tiempo de haberlo pagado, el Santander vende el Antonveneta, al banco también italiano, del Montei Dei Paschi (MDP) por 9.000 millones de euros.

Con ello el Sr. Botín, se apuntó en unas semanas un beneficio por la operación, de unos 2.400 millones de euros  que comunicó por escrito a todos sus accionistas, donde además de felicitarse por la “excelente operación financiera y estratégica” que había supuesto dicha venta, la argumentó en tanto “La incorporación al Santander de Antonveneta habría representado también un interesante primer paso en Italia en banca comercial. Sin embargo, con dicha compra no lograríamos tener en este país el tamaño suficiente para desarrollar adecuadamente nuestros negocios sin realizar inversiones adicionales significativas.”

Ese argumento “incita” a dos preguntas inmediatas. La primera, que el  ”tamaño” de dicho banco, es el mismo después que antes de la compra, por lo tanto si después no permite el desarrollo adecuado de los negocios pretendidos en ese país al Santander, tampoco lo permitía antes. La segunda y consecuencia de esta primera,  ¿cuál ha sido el verdadero interés, sino la especulación en su compra?

El Santander, para financiar su participación en la compra del banco ABN Amro, emitió 7.000 millones en valores convertibles en acciones, que colocó en su red y 4.000 millones deuda subordinada, vendiendo además un 2,1% de su participación en Telefónica por unos 2.180 millones.

En resumen, se encontró que lo que le iba a costar 20.000 millones, le costó 11.000 y se ahorraba los 4.000 de la mencionada ampliación de capital. Evidentemente esta noticia en su momento, acrecentó aún más el “prestigio” del olfato de Emilio Botín para los negocios, provocando que el Santander alcanzase entonces una cotización máxima histórica.

Hasta aquí, nada que no merezca aparecer en la hemeroteca de los grandes negocios, al menos aparentemente, aunque evidentemente, para los avispados y experimentados currantes del mundo de los negocios –y más de este tipo- aparecen y ya aparecieron en su momento, ciertas preguntas lógicas: ¿Seguro que el valor del banco que paga MDP es el correcto? ¿Por qué está dispuesto a pagar tanto sobreprecio y cómo lo paga?

No sería el primer caso y de ejemplos la historia está llena, en la que el mérito de una plusvalía de esa magnitud, no está en la “habilidad”, sino en la “alteración”  y algo así debe haber pensado la justicia italiana, porque se ha puesto a investigar la operación, sus consecuencias para MDP y la legalidad de todos los que participaron en ella, que no son pocos.

El banco MDP para pagar los 9.000 millones al Santander, se generó un agujero de dimensiones considerables, que cubrió con operaciones de alto riesgo en bonos y derivados que a la postre fueron una ruina, acrecentando aún más dicho agujero. Actualmente, el MDP –el banco más antiguo del mundo en activo-,  fuertemente vinculado (léase mejor, utilizado) a la actividad política de su territorio natural, ha declarado pérdidas por 1.660 millones en los 9 primeros meses del 2012 (esto me recuerda al estribillo de aquella canción “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero”) y solicitó a finales del año pasado, ayudas al Estado por valor de 3.900 millones para recapitalizarse.

Tras destaparse el escándalo, el presidente de la Asociación de la Banca Italiana- ha dimitido, después de haberlo hecho también de la presidencia del MDP (aquí el estribillo de la canción suena de nuevo), el Banco de Italia ha acusado al MDP de haberle ocultado sus operaciones con derivados y otras de dudosa factura y además, según la prensa italiana, el MPD y el Santander, podrían haber pactado repartirse el beneficio de la compra/venta, basándose en la existencia de unas transferencias realizadas por el primero a favor del segundo que en conjunto, no cuadran con el precio de la operación.

Para más “inri”, también se investiga el papel de JP Morgan en esta trama, ya que al parecer, también se benefició económicamente de la plusvalía de esta especie de Monopoly toscano, como a todo el sequito de intermediarios que suelen darse en estos casos.

¿Cómo terminará este escándalo? Es difícil de determinar, pero que huele muy raro parece evidente y últimamente las “presunciones” se le acumulan en una larga lista al Banco de Santander, más concretamente a su líder, el Sr. Emilio Botín & “familia” que ´´últimamente”, está  siendo objeto de un especial protagonismo en la prensa americana.

- ¡Cáspita¡ … ¿A dónde iremos a parar si nos “derrumban” a nuestros gigantes?
- Molinos, Señor, son molinos….




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