domingo, 13 de enero de 2013

Silencios que matan o te mueres


El pasado 28 de noviembre primero, y posteriormente, el 20 de diciembre, la Comunidad Europea aprobó los planes de restructuración de las entidades financieras, que han requerido ayudas públicas en España, así como las exigencias con que estos planes deberían ejecutarse.

Desde entonces, e incluso de inmediato a dicha comunicación, como en el caso de Bankia, hemos ido conociendo por la prensa, con mayor o menor frecuencia, tanto los avances como los no avances, de estas entidades en dicho proceso de reestructuración.

La calidad de esas noticias es heterogénea, más que nada porque es imposible parir un hijo “guapo” si uno tiene por madre y padre, respectivamente, a determinadas entidades financieras y a la clase dirigente de este país, pero al fin y al cabo, son noticias.

Pero en este “paritorio”, tenemos a un hijo que nos ha salido autista y hasta diría, que la madre ni ha ido al parto: Catalunyacaixa (o CatalunyaBanc, que para el caso, da igual).

Nada se sabe de ella. Únicamente, el persistente y escueto mensaje que ella misma ha comunicado: que cualquier decisión, está en manos de su futuro comprador. ¡¡¡Ala, chúpate esa!!!, un misterio universal menos por resolver. Y da lo mismo el tema: sus participaciones preferentes y deuda subordinada, el sentir de sus clientes ante tanta incertidumbre, el de sus empleados, etc. La respuesta es: que se lo preguntemos al futuro comprador.

Cierto es, que preguntarle algo, a los directivos  que han regido esta entidad los últimos 4 años y siguen haciéndolo actualmente –el clan del Bages o de Manresa,  parece que les llaman sus empleados- con los resultados que han tenido, tampoco es muy tranquilizador (-2.222 millones de euros de pérdidas al 3er. trimestre del 2.012 según CECA y una valoración patrimonial de -6.674 millones de euros). Es peligroso asomarse a un pozo como ese, y si es tan negro, mucho más.

De hecho, son “pozos” de tal sabiduría, que en su reciente convención anual, celebrada esta semana que termina, no se le ocurre otra cosa a la dirección, que lanzar el mensaje siguiente a toda su plantilla: los empleados que no sean productivos perderán su empleo, y en caso de serlo –productivos-, tampoco supone garantía para conservarlo. ¡¡¡Olé¡¡ San Goleman, el coaching, el management y Jesús Gil resucitado. Debemos entender que no se referían a una productividad orientada al beneficio, atendiendo a los resultados que ellos han conseguido.

Pero volviendo a la ausencia de información concreta sobre el futuro de Catalunyacaixa, y eso que éste lunes se pone en marcha de nuevo su subasta, aquí tiene que haber más cera de la que arde. El silencio en estos asuntos nunca es casual ni fortuito, más bien intencionado y maquiavélico. Por tanto, o bien el Banco Santander, además de estar ocupado con su absorción de Banesto –poca ocupación es esa, no nos engañemos-, esta remoloneando con el gobierno para conseguir todo lo que pueda y más, para adquirir Catalunyacaixa (un EPA al estilo de La Caixa con Banco de Valencia, etc.) o Rajoy y Mas están “ cuadrando” el balance político económico de sus “relaciones”, para que sea Banco de Sabadell y la Kutxa quienes se queden con ella a “trozos” (tú Mariano, me dejas hacer un poquito de “país” y yo Artur, te dejo moderadamente en paz en ese tema, ¿hace?) o existen otras posibilidades. Quién sabe.

Mientras tanto, los sindicatos también callados, al menos públicamente. Consultar las webs que tienen dedicadas a Catalunyacaixa en sus secciones sindicales, aporta más misterio que otra cosa (UGT por ejemplo, a excepción de una circular del viernes, llevaba desde el 19 de noviembre sin publicar nada). Y aquí, el silencio, tampoco parece creíble ni atribuible al azar.

Resumiendo: la directiva callada y ausentes, el gobierno callado, los sindicatos también, los clientes cabreados y los empleados, desde esta semana pasada, exultantes de motivación. Señores, o el futbolín se ha roto, o tenemos el bar lleno de enanitos (y el país lleno de chorizos, pero eso ya es otra historia: la de cada día).





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