sábado, 5 de enero de 2013

Telefónica: Atando perros con longanizas


Hace apenas 4 días, publicaba una entrada donde repasaba algunos de los lamentables hitos “directivos” del presidente ejecutivo de Catalunyacaixa, el Sr. Adolf Todó, en comparación con su remuneración, a tenor de los resultados obtenidos y la desastrosa situación actual de la entidad que dirige.

Pues bien, apenas han pasado 5 días de este recién iniciado año –ya imaginaba que el 2012 no iba a terminar el 31 de diciembre- y ya tenemos una nueva noticia que, por si no fueran pocas las ya acumuladas hasta la fecha, deja aún más alto el listón, y ya no es posible verlo,  de la cantidad de sinvergonzonería y sinvergüenzas que es capaz de acoger este país: Rodrigo Rato es nombrado consejero asesor de Telefónica para Latinoamérica y Europa.

Dejo intencionadamente al respetable público una pausa de unos minutos en atención a todas las próstatas y esfínteres que me están leyendo, ya que soy consciente del impacto de la noticia. De nada.

No voy a decir nada del Sr. Rodrigo Rato, ya que su currículum más reciente, podría hacer palidecer al del Sr. Adolf Todó (lo siento por la posible pelusilla del Sr. Adolf Todo, pero ESADE no lo es todo, y San Diego, menos): pendiente de responder ante la justicia por si su mala gestión ante Bankia es objeto de delito, incompetencia o simplemente, que los españoles de andar por casa no entendemos de esas cosas y ya se sabe, en este país, todo el mundo es entrenador de fútbol a la hora de hablar. Con una remuneración superior a los 2 millones de euros y un lanzamiento de Bankia a bolsa, con un resultado y punibilidad equiparable a que si Moisés hubiese apretado el botón de “cerrar” cuando tenía a su pueblo cruzando el Mar Rojo.

Aquí y hoy, quien se merece todos los honores y listones, es Telefónica y su “departamento” de selección de personal. Esta empresa, atesora desde mediados de los años 80, el mérito de convertirse en algo parecido al gatito del Dr. Evil de las películas de Austin Powers, sólo que en esta versión tan castiza nuestra, quien ha estado acariciando al gatito desde entonces, es esa manera tan torticera, como cañí, de aplicar las políticas neolirebales de desregulación y privatización en España (léase, liberalización del mercado de hidrocarburos, monopolio de telecomunicaciones, etc.).

Que si, que a este país le dan la llave inglesa y acaba utilizándola de martillo, o mejor dicho, nos intentan vender una desmonopolización de las telecomunicaciones y en realidad lo que hacemos es favorecer la especulación más sangrante e indecente.

Y es que a este “gatito” se le han dado muchas caricias...demasiadas:

Por un lado, sus progresivos procesos de privatización, primero parcialmente con el PSOE en 1994 y ya en 1996, de forma definitiva con el PP. A Telefónica, con el respaldo de una falsa desmonopolización del sector, la privatización le sirvió, y además se le permitió ampliamente,  para orientarse exclusivamente a la generación de benefició para su accionista. Y además, hacerlo con total impunidad y sin ningún miramiento del coste “social” de esa orientación. Sólo hay que recordar el escándalo de sus stocks options en 1997, cuando un centenar de sus directivos se repartieron, para ellos sólitos, casi 481 millones de euros, ¿o es que nadie se acuerda del Sr. Villalonga? O de forma más cercana, el plan de incentivos de 450 millones de euros en acciones a sus directivos anunciado en 2.011, al tiempo que anunciaba una reducción del 20% de su plantilla para los próximos 3 años.
             
Por otro, el favoritismo y permisibilidad recibida a su política de prejubilaciones y despidos pactados o incentivados, resultado de reducciones constantes de plantilla en respuesta a su estratégia de externalización y subcontratación –léase en definitiva, contratación temporal, menor calidad de derechos laborales, etc.- de una parte importante de sus servicios.

Tampoco hay que olvidar, su ramificación progresiva en filiales y sociedades afines que, además de otros objetivos, permitían laboralmente y en contra de sus trabajadores, poner en marcha el dicho de: “divide y vencerás”. Se acabó el marco único de negociación colectiva.

Y finalmente, el respaldo que supone –yo lo llamaría, saltarse a la torera y con descaro las leyes de competencia- seguir disfrutando, aunque de forma disimulada y con la apariencia de un liberalismo de lo más soez, de todo el beneficio que supone seguir teniendo una situación de privilegio monoplístico de facto.
   
Podría darse el caso, que toda esta “ingeniera estratégica” surge de la excelencia y de una visión empresarial propia de seres superdotados. Pero también podría ser, que conseguirla hubiese necesitado de cierto favoritismo y respaldo, ya me entendéis: “ni pa ti, ni pa mi … para los dos”. No nos engañemos, lo de Telefónica no aparece ni sucede de la nada. Es algo que va dejando un reguero “caracolero” de favores o, siguiendo el símil de nuestro maligno y cinematográfico gato, de caricias.

Y el gatito ha sido agradecido, y mucho. Porqué Telefónica ha sido “la paga de Navidad” de todo un catálogo de personajes, cuyo mérito para su contratación, no va más allá de los servicios prestados, el amiguismo caciquero como pago, de buen seguro, a los más indignantes favores y chanchullos políticos de la España de los últimos 25 años.

Relaciono a continuación algunos de ellos, además, con mi infinito agradecimiento a su relevancia, notoriedad y antecedentes, por lo que me evita de tener que explicar su currículum y méritos, porque son de sobra conocidos y cualificados:

Juan Villalonga (compañero de colegio de Aznar y buen amigo de Rodrigo Rato), Rodrigo Rato, Iñaki Urdangarin, Eduardo Zaplana, José Ivan Rosa Vallejo (marido de Soraya Sáenz de Santamaría), Narcís Serra, etc.

La lista se podría hacer mucho más extensa si se añadiesen amigos de ministros, presidentes del gobierno, maridos, primos y a muchos “ex” de tantas y tantas cosas: cargos, valores, decencia, etc.

En cualquier caso, la noticia de ayer, hace que eche de menos, y no por el régimen político que hacía gala de ello, cuando una ardilla podía ir, de árbol en árbol, desde Gibraltar hasta los Pirineos sin pisar el suelo, porque hoy en día, la misma ardilla puede hacer el mismo recorrido, pero yendo de cabeza en cabeza de un sinvergüenza, un estafador o un corrupto sin pisar el suelo y encima dar la vuelta a España.



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