Hace apenas 4 días, publicaba
una entrada donde repasaba algunos de los lamentables hitos “directivos” del
presidente ejecutivo de Catalunyacaixa, el Sr. Adolf Todó, en comparación con su
remuneración, a tenor de los resultados obtenidos y la desastrosa situación
actual de la entidad que dirige.
Pues bien, apenas han
pasado 5 días de este recién iniciado año –ya imaginaba que el 2012 no iba a
terminar el 31 de diciembre- y ya tenemos una nueva noticia que, por si no
fueran pocas las ya acumuladas hasta la fecha, deja aún más alto el listón, y
ya no es posible verlo, de la cantidad
de sinvergonzonería y sinvergüenzas que es capaz de acoger este país: Rodrigo
Rato es nombrado consejero asesor de Telefónica para Latinoamérica y Europa.
Dejo intencionadamente al
respetable público una pausa de unos minutos en atención a todas las próstatas
y esfínteres que me están leyendo, ya que soy consciente del impacto de la noticia.
De nada.
No voy a decir nada del
Sr. Rodrigo Rato, ya que su currículum más reciente, podría hacer palidecer al
del Sr. Adolf Todó (lo siento por la posible pelusilla del Sr. Adolf Todo, pero
ESADE no lo es todo, y San Diego, menos): pendiente de responder ante la
justicia por si su mala gestión ante Bankia es objeto de delito, incompetencia o
simplemente, que los españoles de andar por casa no entendemos de esas cosas y
ya se sabe, en este país, todo el mundo es entrenador de fútbol a la hora de
hablar. Con una remuneración superior a los 2 millones de euros y un
lanzamiento de Bankia a bolsa, con un resultado y punibilidad equiparable a que
si Moisés hubiese apretado el botón de “cerrar” cuando tenía a su pueblo cruzando
el Mar Rojo.
Aquí y hoy, quien se
merece todos los honores y listones, es Telefónica y su “departamento” de
selección de personal. Esta empresa, atesora desde mediados de los años 80, el
mérito de convertirse en algo parecido al gatito del Dr. Evil de las películas
de Austin Powers, sólo que en esta versión tan castiza nuestra, quien ha estado
acariciando al gatito desde entonces, es esa manera tan torticera, como cañí, de
aplicar las políticas neolirebales de desregulación y privatización en España
(léase, liberalización del mercado de hidrocarburos, monopolio de
telecomunicaciones, etc.).
Que si, que a este país
le dan la llave inglesa y acaba utilizándola de martillo, o mejor dicho, nos
intentan vender una desmonopolización de las telecomunicaciones y en realidad
lo que hacemos es favorecer la especulación más sangrante e indecente.
Y es que a este “gatito”
se le han dado muchas caricias...demasiadas:
Por un lado, sus
progresivos procesos de privatización, primero parcialmente con el PSOE en 1994
y ya en 1996, de forma definitiva con el PP. A Telefónica, con el respaldo de
una falsa desmonopolización del sector, la privatización le sirvió, y además se
le permitió ampliamente, para orientarse
exclusivamente a la generación de benefició para su accionista. Y además,
hacerlo con total impunidad y sin ningún miramiento del coste “social” de esa
orientación. Sólo hay que recordar el escándalo de sus stocks options en 1997, cuando
un centenar de sus directivos se repartieron, para ellos sólitos, casi 481
millones de euros, ¿o es que nadie se acuerda del Sr. Villalonga? O de forma
más cercana, el plan de incentivos de 450 millones de euros en acciones a sus
directivos anunciado en 2.011, al tiempo que anunciaba una reducción del 20% de
su plantilla para los próximos 3 años.
Por otro, el favoritismo
y permisibilidad recibida a su política de prejubilaciones y despidos pactados
o incentivados, resultado de reducciones constantes de plantilla en respuesta a
su estratégia de externalización y subcontratación –léase en definitiva,
contratación temporal, menor calidad de derechos laborales, etc.- de una parte
importante de sus servicios.
Tampoco hay que olvidar, su
ramificación progresiva en filiales y sociedades afines que, además de otros
objetivos, permitían laboralmente y en contra de sus trabajadores, poner en
marcha el dicho de: “divide y vencerás”. Se acabó el marco único de negociación
colectiva.
Y finalmente, el respaldo
que supone –yo lo llamaría, saltarse a la torera y con descaro las leyes de
competencia- seguir disfrutando, aunque de forma disimulada y con la apariencia
de un liberalismo de lo más soez, de todo el beneficio que supone seguir teniendo
una situación de privilegio monoplístico de facto.
Podría darse el caso, que
toda esta “ingeniera estratégica” surge de la excelencia y de una visión
empresarial propia de seres superdotados. Pero también podría ser, que
conseguirla hubiese necesitado de cierto favoritismo y respaldo, ya me
entendéis: “ni pa ti, ni pa mi … para los dos”. No nos engañemos, lo de
Telefónica no aparece ni sucede de la nada. Es algo que va dejando un reguero “caracolero”
de favores o, siguiendo el símil de nuestro maligno y cinematográfico gato, de
caricias.
Y el gatito ha sido
agradecido, y mucho. Porqué Telefónica ha sido “la paga de Navidad” de todo un catálogo
de personajes, cuyo mérito para su contratación, no va más allá de los
servicios prestados, el amiguismo caciquero como pago, de buen seguro, a los
más indignantes favores y chanchullos políticos de la España de los últimos 25
años.
Relaciono a continuación
algunos de ellos, además, con mi infinito agradecimiento a su relevancia,
notoriedad y antecedentes, por lo que me evita de tener que explicar su
currículum y méritos, porque son de sobra conocidos y cualificados:
Juan Villalonga
(compañero de colegio de Aznar y buen amigo de Rodrigo Rato), Rodrigo Rato,
Iñaki Urdangarin, Eduardo Zaplana, José Ivan Rosa Vallejo (marido de Soraya
Sáenz de Santamaría), Narcís Serra, etc.
La lista se podría hacer
mucho más extensa si se añadiesen amigos de ministros, presidentes del gobierno,
maridos, primos y a muchos “ex” de tantas y tantas cosas: cargos, valores,
decencia, etc.
En cualquier caso, la noticia
de ayer, hace que eche de menos, y no por el régimen político que hacía gala de ello, cuando una ardilla podía ir, de árbol en árbol, desde
Gibraltar hasta los Pirineos sin pisar el suelo, porque hoy en día, la misma ardilla puede hacer el mismo recorrido, pero yendo de cabeza en cabeza de
un sinvergüenza, un estafador o un corrupto sin pisar el suelo y encima dar la
vuelta a España.
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