Nunca antes se ha visto esta sociedad, la
nuestra, con el peso de parados que soporta ahora mismo, nunca. Y tampoco
nunca, ha sido tan inconsecuente ante esa circunstancia y la precariedad
económica a la que nos condena esta situación.
Seguimos consintiendo y alentando
una clase política que ha decidido que
“menos es más”. Menos empleo, parece ser más sometimiento social. Menos
transparencia parece ser más capacidad de manipulación. Menos respeto por los
derechos de los trabajadores y por el empleo termina siendo, mas personas
calladas en la cola del paro. Mientras, soportamos estoicamente la corrupción y
corruptela que a muchos les ha hecho ricos, sin que ni por un momento ellos se
inquieten por la precariedad de la vida de las personas que componen la
sociedad que gobiernan.
Incluyo toda la clase política porque
salvo gloriosas y mínimas excepciones, nadie decide dar un paso adelante para
defender el trabajo y a los trabajadores. Tampoco lo hacen enarbolando la
bandera de la verdad entonando el mea culpa y diciendo “si, mi partido robo, en
este momento, en esta circunstancia …”. Nadie pide perdón por las maldades
cometidas o los errores sin intención, nadie. Y mientras tanto, todos son
fantásticos y estupendos y se llevan muy bien. Se permiten chascarrillos y
simpatías y siguen teniendo sus sueldos subvencionados por los trabajadores de esta
sociedad, mientras la estructura anímica de este país se cae a pedazos.
Está claro que hay más
transgénicos, no es solo la clase política. No se queda esto en gobierno,
oposición y partidos satélites naturales o artificiales. Entran con el mismo
peso y poder los sindicatos. La más anciana del lugar diría eso de “ya nada es
lo que era” y vale que la leche ya no sepa a leche y los tomates no sepan a
tomates, pero ¿Qué los sindicatos estén sentados sin decir ni mu ante la que
cae? Esto parece que no va con nuestro carácter, ni con nuestra historia. ¿Les habrán
abducido?
Triste situación esta en la que aquellos que la constitución ampara bajo el titular de defensores de los derechos de los trabajadores, viven sentados en un queso y comiendo de otro y no siempre ganado o conseguido de manera lícita.
Triste situación esta en la que aquellos que la constitución ampara bajo el titular de defensores de los derechos de los trabajadores, viven sentados en un queso y comiendo de otro y no siempre ganado o conseguido de manera lícita.
No se puede concebir que esto que
llamamos democracia más o menos madura, se haya convertido en esta situación
sostenidamente apática, donde no hay nadie que haga lo que debe y lo que se
espera de ellos por el cargo que desempeñan y el sueldo que se les paga. Nuestra historia se escribirá con letras
diferentes a las de “democracia madura” y no esperemos que nuestros
historiadores sean considerados como para valorar que la apatía y la desidia,
son fruto de la democracia madura, sino más bien de una comodidad y un
pasotismo que jamás se nos perdonara.
No podemos seguir consintiendo
esta situación que va camino de seguir empeorando. El bien más preciado que
tiene este país son sus trabajadores, que sostienen la sociedad con su trabajo día
a día. ¿Qué se está haciendo con ellos?
¿Qué necesita la clase política
para hacer su trabajo y salvar a los trabajadores manteniendo el empleo? ¿Qué necesitan los sindicatos para cumplir con
su compromiso y luchar y defender a aquellos que directa o indirectamente les
permiten tener un empleo y el titulo de fuerzas sindicales?
Da verdadera tristeza no ver a
los sindicatos pidiendo por el empleo, mientras el gobierno facilita y abarata
el despido y la empresa corre a guardar beneficios y ya vendrán tiempos mejores…
Haciendo un pequeño
trabajo de memoria España se incorporo a la Eurohuelga, siendo para
nosotros la “primera” en plena transición 5 de Abril de 1978, una hora de
huelga junto con 28 países mas, en protesta por la oleada de despidos que
amenazaba con alcanzar una tasa de paro del 5% en los países en desarrollo. A
partir de ahí, siguieron las del 20 de junio de 1985, contra los recortes y la reforma de las
pensiones. La del 14 de diciembre de 1988, la del 28 de mayo de 1992, la del 27
de enero de 1994, la del 20 de junio de 2002, la del 29 de septiembre de 2010, la
del 27 de enero de 2011, la del 29 de marzo de 2012 y la del 14 de noviembre de
2012.
De todas estas huelgas ya en la
democracia hay algo que merece una reflexión importante a nuestro parecer, en
la primera se protestó por el aumento del paro, por una tasa del 5 % y salieron
a la calle uno 4 millones de personas. El seguimiento de las huelgas en defensa
de los derechos de los trabajadores ha ido en aumento hasta la de 2002, a
partir de ahí, lo único que ha ido en aumento es la cifra de parados y el detrimento
en los derechos de los trabajadores. Ahora, con más de seis millones de
parados, nada más importante en política que obedecer la trayectoria que nos
han marcado los que nos han dejado el dinero para salvar a los bancos, y poder
seguir pagando 33.000 € al mes a la presidenta
de la Sareb, seguir destruyendo puestos de trabajo gracias a ese préstamo
(todos los de banca, más los que se tercien) y a precios ridículos, claro está.
Préstamo que devolverán con su
sudor los cada vez menos trabajadores que vamos de impuestos hasta las
cejas y despertarnos día si y día
también con una historia nueva con muchos ceros de corrupción ya venga de
sindicatos, o de políticos. En este punto, quizás sería bueno no olvidar los
300.000 millones de euros que la banca ha recibido en préstamos al 1% y los más
de 170.000 millones de euros en ayudas.
Mientras, parece que al
españolito de a pie, lo que le queda, es seguir trabajando sumiso y sereno
porque para eso es muy demócrata y muy transgénico y light y debe seguir las directrices
de este engaño continuo en el que nadie le ha contado, que como trabajador en
España, es una especie en extinción, mucho más, si cumple con sus obligaciones
como trabajador haciendo lo que se espera de él, paga sus impuestos y no
defrauda, roba o trapichea mas allá de lo puramente legal. Eso sí, y sin
protestar, ni pensar, no sea que le llamen salva patrias o en el peor de los casos populista, que
ahora, debe ser sinónimo de ver la
realidad.
Fuentes: