Todos hemos
vivido con mayor o menor interés, la decisión del magnate mundial del juego
Sheldon Adelson, de instalarse finalmente en Madrid, en concreto en Alcorcón,
con su proyecto de Eurovegas. A nadie se le escapa, que este triste y
truculento culebrón, lejos de haber terminado, nos seguirá proporcionando,
durante no poco tiempo, noticias sobre casos de corrupción, favoritismos,
recalificaciones más que dudosas, comisiones ilegales, favores en especie,
cambios de regulación otrora injustificables, etc. etc.
Vamos, lo
que viene siendo habitual, teniendo en cuenta la subespecie humana que suele
pulular alrededor de este tipo de proyectos, que unos califican de “extraordinaria
noticia” y otros, entre los que nos contamos, de “negocio de
pocos y lacra para todos”. De hecho ya empieza a sonar la alarma sobre la
viabilidad del proyecto e incluso algunos medios,
ya lo tachan como uno de los mayores fiascos de la historia reciente y algunos
de sus accionistas minoritarios, empiezan a
ver
con cierto recelo el proyecto de Alcorcón.
No cabe duda
que en su momento la adjudicación del proyecto se “benefició” de los dos
grandes rivales que pujaban por él: la comunidad de Madrid, con Esperanza
Aguirre al frente (no hay desastre en que no aparezca esta señora) y la
Generalitat de Catalunya (otro que tal anda, que va perdiendo bancos a cambio
de notas de agravio, pero eso sí, las estaciones de ITV las tiene todas
controladas y bien adjudicadas). Tanto es así, que cuando el gobierno catalán
perdió la adjudicación, se puso en marcha, para y como no podía ser de otra
manera, impulsar su propio proyecto macro-mega inmobiliario urbanístico
lúdopata-festivo, al que han dado el nombre de BCN World.
Estamos
hablando de un proyecto divido en 3 partes (BCN Dream, BCN Smart City y BCN
Park), con campo de golf incluido de 90 Ha., 6 complejos integrados, en los que
habrá hoteles, tiendas, restaurantes, casinos, zona residencial y deportiva. En
definitiva, un proyecto
que implica el uso de 825 Ha, situadas junto a Port Aventura, entre los términos
municipales de Vilaseca y Salou, en Tarragona.
Y aunque no hay fuentes precisas, se baraja una inversión requerida de
4.800 millones de euros.
No vamos a
entrar en la viabilidad o no del proyecto. Para eso existen expertos mejor y
más preparados, aunque algunos de ellos ya lo han calificado
como una autentica pataleta, lo que es difícil rebatir, porque mientras Madrid
se llevaba la construcción de un megaresort dedicado al juego, Catalunya
propone la construcción no de uno, sino de 6 parques temáticos de golpe, además
al lado del ya existente de Port Aventura. Estamos en manos de los de
VillaArriba y VillaAbajo.
Volviendo al
proyecto catalán, no cabe duda que al frente de un proyecto de tales
dimensiones, tienen que estar los mejores, los más preparados, los de
trayectoria más brillante y los de expediente más impoluto. Aquí no se puede
confiar en cualquier Mr. Marshall, por muy de Las Vegas que sea, ni a Rumasas o
similares. Aquí, hay que contar con iniciativa, solidez y responsabilidad
contrastada.
Pues dicho y
hecho, al frente del proyecto y como inversores principales están: La Caixa y
la Promotora Veremonte… (rogamos al lector una pausa dramática de respiro para
lo que viene ahora…)
Empecemos
por el segundo inversor: Veremonte. El propietario de esta promotora es el
empresario valenciano Sr. Enrique Bañuelos, quien por cierto, y para este
proyecto se ha aliado con la familia HO, la versión de Sheldon Adelson en
Macao, y directo competidor de éste. Si, al saberlo, a nosotros también nos ha
sido difícil no pensar en la versión americana de Rocky III y la española de Yo
Hice a Roque III y lo desastrosas de ambas.
El nombre de
Enrique Bañuelos puede sonar conocido, no sólo por aparecer en 2007 y 2012 en
la lista Forbes de mayores fortunas del mundo, situandose la suya en más de
1.500 millones de euros, sino también porque en 2006 fusionó varias de sus
empresas para formar el grupo Astroc. Se dice que Astroc fue la primera
“víctima” del estallido de la burbuja inmobiliaria. En 1996 un joven Enrique
Bañuelos había creado una promotora,
una gestora del suelo que se aprovechaba de las leyes urbanísticas valencianas
(ya derogadas), que permitían la figura el promotor sin tierra, es decir, no
era necesario documentar la propiedad de un suelo rústico.
Sólo bastaba
con el visto bueno de la comunidad autónoma y poder comercializar con
hipotéticas tierras. Al poco tiempo, también compró millones de euros en
terrenos que posteriormente fueron recalificados. En total, llegó a poseer 17
millones de metros cuadrados.
Diez años
después, el empresario estaba listo para acometer la expansión nacional de su
negocio. En un abrir y cerrar de ojos, compró la inmobiliaria de Banc Sabadell
(Lanscape) y el 60% de Rayet Inmobiliaria. Su objetivo era dar el salto a la
capital y con unas empresas valoradas en 750 millones de euros, decidió sacar a
bolsa a Astroc en el 2.006. Sus acciones llegaron a revalorizarse un 1.100% y
hasta empresarios con el renombre de Amancio Ortega entraron como accionistas.
Pero 11
meses más tarde, el sueño de Astroc y por ende, el de Bañuelos, se desmoronó
como un castillo de naipes. Las acciones fueron acumulando caídas brutales y el
“reguero” de pérdidas y consecuencias fue enorme para miles de accionistas y no
menos, para las entidades financieras a quienes les pillaron operaciones con
dicho grupo. ¿El motivo? Pues en parte los rumores acerca de la manipulación de
los libros contables y en parte los cambios en la ley urbanística valenciana.
Posteriormente,
se marcha a Brasil, a intentar la misma aventura que aunque casi le sale bien,
no cuajó por discrepancias con su socio y en 2012, según diversas
fuentes, reaparece en España, comprando una participación de una consultora
en tecnologías de la información, cuyo beneficio le debe haber permitido
codearse actualmente con el presidente de la Generalitat Artur Mas, su
consejero de economía Mas-Colell y con el presidente de Caixabanc, Isidre
Fainé.
De hecho,
tan juntitos que los 3 son ahora la Santísima Trinidad de este proyecto
“megalomaníaco” o “patalítico” según se mire que es BCN World.
Pero las
“amistades peligrosas” de esta historia no terminan aquí y no solo se
circunscriben a las cúpulas visibles de sus líderes.
En 2007,
Juan Antonio Alcaraz, consejero de Astroc y anteriormente fichado al Banc
Sabadell cuando Bañuelos tenía el 5% del banco, es fichado como director
general adjunto de La Caixa para reforzar –así dicen las crónicas-
la dirección general de Juan Maria Nin (ex Banco Sabadell, el mismo banco que
tuvo que sufrir, y quizás aún sufre, alguno de los agujeros que le dejó la
caída de Astroc) y que en febrero del 2013 se le sitúa
en el consejo del Banco de Valencia, ya propiedad de Caixabank. Por tanto, Juan
Antonio Alcaraz es un viejo conocido para los valencianos, para Isidro Fainé,
para el Banc Sabadell y para Enrique Bañuelos.
Existe
además rumorología y por tanto, en ese único ámbito hay que circunscribirla,
que dice que las relaciones con Astroc le ha pasado “factura” en su cargo a
algún que otro directivo de entidad nacionalizada.
De lo leído
hasta aquí, se deduce fácilmente, que no es únicamente la araña la que resuelve
su necesidad de alimentarse, tejiendo trampas mortales en la forma que lo hace.
A nosotros,
sinceramente, nos genera estupor. No sólo la soltura y descaro con la que
ciertos personajes de esta historia se pasean públicamente, lanzando pompas y
boatos como los de Mas-Colell hoy en la presentación
del proyecto: “Cataluña es un país Business Friendly” (que se lo pregunten a
Oriol Pujol, Félix Millet, etc.), teniendo en cuenta el currículum que
arrastran sus actuaciones y decisiones en otros asuntos –para muestra los aquí
expuestos-, sino también por la execrable capacidad de regeneración y olvido
que se les otorga a ciertos personajes para que una y otra vez, conviertan sus
ansias de especulación a toda costa, en un acto de prestigio, que además, se
premia con cargos directivos, consejerías, y reciclajes vitalicios, para que se
perpetúen, en lugar de desaparecer.
Sin ir más
lejos, nos genera muchas dudas, por ejemplo, el destino profesional de Jaume
Masana –ex director general cesado de Catalunyacaixa- en Caixabank
precisamente, no sea que le veamos en breve dirigiendo o aconsejando a alguna
filial inmobiliaria del proyecto BCN World.
Agradecemos
desde aquí la inspiración aportada por dos lectores anónimos en la creación de
este humilde artículo y que hayan tenido la generosidad de compartir con
nosotros su conocimiento. Para nosotros ha sido una experiencia enriquecedora
que esperamos podamos repetir en más ocasiones con nuestros lectores.
Fuentes