miércoles, 15 de enero de 2014

Catalunyacaixa, Catalunya Banc, Catalunya Guindos

- Oiga!, ¿usted o es un descarado o es que se le han pegado las sábanas esta mañana y ha salido o toda prisa de su casa?
-  Pero señora, ¿Cómo se atreve? ¿Por qué me dice eso?
-  Pues porque va con la bragueta abierta y enseñando la chorra caballero.

Posiblemente no es la forma más elegante de empezar un post destinado a un blog, pero después de leer los 2 titulares que ha copado Catalunyacaixa ayer y hoy en la prensa, nos ha salido la vena un tanto ruda.

Por un lado, ayer, El Mundo se hacía eco de las declaraciones de De Guindos, sobre los 12.000 millones de euros destinados en ayudas a Catalunyacaixa, dándolos por pérdidos, así como de los 15.000 millones adicionales, que de momento, iba a necesitar la CAM, vendida en el 2.011 al Banc Sabadell, y que aunque no se refirió a ello directamente –ya conocemos a De Guindos en estas lides-, ya anticipamos que también se darán por perdidos. Es sólo cuestión de tiempo que se dé cuenta, de lo que todo el mundo ya sabe desde hace mucho tiempo: que lleva la bragueta abierta.

Si hacemos memoria, la CAM se vendió al Banc Sabadell por 1€, tras ser recapitalizada con 5.249 millones y asumiendo el vendedor, durante 10 años, el 80% de las pérdidas derivadas de su cartera problemática –delicioso eufemismo este- de activos, valorada en 24.000 millones. En realidad, la protección era para el 100% de su cartera, ya que si los datos son ciertos, y con la CAM eso es mucha temeridad, en el momento de su venta disponía de una provisión de 4.000 millones a tal efecto. Total, que no es difícil deducir de los datos anteriores, que no era una cartera problemática, sino una mierda de cartera –financieramente hablando, claro está- que tendrá que pagarse totalmente con dinero adicional.

El resto de la historia de la CAM, se puede repasar entre juzgados, demandas y condenas de sus dirigentes. Ya sea por la pensión vitalicia de 370.000€ de su máxima mandataria María Dolores Amorós, cobros irregulares de dietas, concesión de créditos en sospechas condiciones a familiares y “allegados”, sociedades pantalla para la creación de holdings hoteleros, fraudes fiscales varios, etc. etc. Vamos, el habitual y asqueante cuadro de “síntomas” al que, desgraciadamente, ya hemos asistido en tantas ocasiones en este tipo de entidades financieras.

Hasta aquí la historia de Rinconete, y a escasos metros, nos queda la de Cortadillo ¿Qué se puede decir de Catalunyacaixa a estas alturas? Quizás, y de ahí el principio de este post, que todo el mundo sabía que en este asunto había muchos “actores” con la bragueta abierta y que la “chorra” que ahora nos están enseñando, la de dar por perdidos los 12.000 millones que recibió en ayudas, todos se la habíamos visto.

Habría que decirle al Monipodio particular de esta historieta, un tal De Guindos, que eso era conocido, sabido y anticipado por todos, hasta por él mismo. Y que del torpe y errático polvo de sus  decisiones en el asunto de Catalunyacaixa, viene el infumable, indigerible e invendible lodazal en el que se ha convertido esta entidad. Porque, ya hay que ser torpe e incapaz, para conseguir que lo que valía nada, acabe valiendo menos, perdiendo de por medio 12.000 millones de euros. Y eso que se lo advirtieron, no pocos de la extensa lista de gabinetes y agencias de consultoría y auditores contratadas –y convenientemente pagadas- para encontrar un padrastro a esta entidad, cuando por pura chulería decidió suspender la última subasta, no aceptando las ofertas que tenía encima de la mesa y permitiendo que el deterioro económico, léase coste para todos, hasta el día de hoy sea el que es.

Parece sin embargo, que este vía crucis aún tiene pendiente por depararnos perlas nada despreciables. Y si hasta ahora, las ya oídas en estos 2 últimos años sobre Catalunyacaixa no han sido pocas: una entidad con gran valor de marca, ya saneada y con una gran liquidez, con numerosos pretendientes, que no se venderá por trozos aunque sin descartar ninguna opción, que se propone realizar banca de proximidad, de Km.0, etc., la leída hoy mismo sobre la convocatoria de reunión realizada por el gobierno a la Generalitat para decir que hacer con ella, nos parece una delicia.

Brevemente, la noticia hace referencia a una reunión de alto nivel convocada por el gobierno –se menciona a Economía, Hacienda, FROB y Banco de España- con representantes de la Generalitat y de la sociedad financiera e industrial catalana para tratar sobre las posibles alternativas de futuro de esta entidad.

Habrá que esperar, que dicha reunión no la abra nuestro ministro con la mismas declaraciones que dejó ayer sobre Catalunyacaixa: “su agujero no tiene parangón” o lo de “algún día cuando se haya privatizado, vendré a hablar de Catalunyacaixa”…o quizás sí, porque si sus contertulios de reunión son del nivel que imaginamos, quizás le respondan: Hombre Luís, que no se lo cuentes a los españoles, que no están preparados, vale, pero a ¿nosotros tampoco?

En cualquier caso, nos cuesta imaginar esas declaraciones en alguien que tiene la intención, deber u objetivo –tanto da- de vender algo, refiriéndose en esos términos a su mercancía. Quizás es que se haya cansado de manosearla tanto, pero aún así, en boca de un ministro dan mucho miedo, pero sobre todo, abren muchas incógnitas y sospechas. Con vendedores así...

Teniendo en cuenta la trayectoria hasta la fecha de este asunto, nos resulta complejo determinar si este último movimiento se trata de un acto desesperado, de un guiño Rajoy-Más, o de un órdago, con amenaza incluida, a los asistentes de esa reunión bajo el eufemismo de confeccionar una “subasta a medida” para Catalunyacaixa. Incluso cabe la posibilidad de que sea todo a la vez. Porque el contexto es sumamente complejo para “todos” los asistentes.

De Guindos tiene con Catalunyacaixa un pozo sin fondo del que no ha podido desprenderse, que se le irá haciendo cada vez más grande y por el que sabe que no puede pedir nada, sino todo lo contrario. Además, tiene pendiente de resolver la situación de CEISS en cuanto si se le convertirá en otra entidad en la que tendrá que poner dinero y luego venderla (y ya sabemos lo bueno que es vendiendo este caballero).

Artur Más está inmerso en otro follón, su proceso soberanista, en el que él mismo se ha metido, de futuro y proporciones nada sencillas de anticipar. Además, ha puesto en marcha o está en ello, el camino para disponer de un banco público propio, que ya ha obtenido la luz verde en el parlamento catalán, y que pasaría por la equiparación del ICF (Instituto Catalán de Finanzas) al resto de entidades de crédito ¿Catalunya Banc es la ficha bancaría que le falta a Artur Más?

El resto de “convocados”, financieros e industriales, se moverán previsiblemente por sus propios intereses los primeros, como ya han hecho alguno de ellos, tomando posiciones ante el proceso soberanista, un tanto distanciadas de dicho proyecto, y los segundos, además, por el especial cariño y recuerdo que le tienen a De Guindos, como es el caso del presidente de CaixaBank, Isidre Fainé por, entre otros episodios, la subasta de NCG.


Estando así las cosas, será interesante conocer qué “toda o parte”  de Catalunyacaixa es la que se pone a la venta -¿Cuál es rentable?- y de qué forma, o si, como se dice en algunos rincones, existe una voluntad de la parte catalana, de mantenerla como está hasta que pasé la crisis beneficiándose del tope de 2017 establecido por Bruselas, se resuelva además el proceso soberanista catalán, y claro está, siendo necesaria la inyección de ¿unos cuantos de miles de millones? … más, para finalmente ¿entregársela a quién?


miércoles, 8 de enero de 2014

La Banca… ¿Incentivar la honestidad?

Hoy se ha publicado en la prensa económica, la adhesión de la CNMV a las directrices establecidas por el ESMA, sobre políticas y prácticas de remuneración donde se recogen los criterios que las entidades bancarias deberán tener en cuenta en el diseño, implantación y control de los sistemas de remuneración al personal en contacto con la clientela o con un impacto significativo en el servicio prestado.

La pretensión de dichas directrices es poner fin a la práctica habitual en el sector financiero, de vincular una parte de la remuneración, vía bonus o incentivo, a la consecución de ciertos objetivos de venta en uno o varios productos que, en numerosas ocasiones, pueden suponer un evidente conflicto entre los intereses del empleado, por venderlos únicamente a causa de dicho incentivo y los de los clientes por no adaptarse ni a su perfil ni a sus necesidades.

La directriz tiene un ámbito de aplicación a clientes minoristas, es decir, a particulares y, en la medida de lo posible, a  profesionales. Entrando en vigor, en el caso de España, el próximo mes de febrero, contempla como incentivos, tanto los financieros (efectivo, acciones, préstamos en condiciones preferentes, incrementos salariales, etc.) como los no financieros (promoción profesional, seguros, descuentos o prestaciones especiales, móviles, etc.).

Como suele ser habitual en este tipo de directrices, tanto a nivel de organismos europeos como nacionales, hay que tener en cuenta que estos estamentos suelen diferenciar, entre las directrices que son de obligado cumplimiento (tendrán que hacer….) y las que únicamente se mencionan a nivel de recomendación (deberán hacer…). En cualquier caso, recomendamos su lectura mediante el primer enlace insertado al principio de este artículo.

El tema no es banal. Ya que los sistemas de incentivación que han venido desarrollando las entidades financieras en este país son los responsables de no pocas de sus malas prácticas bancarías  y con las más que conocidas consecuencias para la mayoría de sus clientes.

Por si eso fuera poco, esos sistemas han sido también los responsables en buena parte, del progresivo deterioro de la calidad corporativa de esas entidades, del truculento y perverso desarrollo profesional y cualitativo de un número significativo de sus mandos, así como por convertir, en meras palabras sin sentido, pero sobre todo, sin hechos reales ni constatables que las corroboraran, conceptos tan elevados y grabados a fuego en la mayoría de las definiciones estratégicas de las entidades como el trabajo en equipo, honestidad, gestión del conocimiento, competitividad positiva, proyección profesional, etc.

Cierto es que el problema no es nuevo, ya que modelos de incentivación por ventas han existido siempre y, con toda seguridad, seguirá siendo así. Pero donde debería centrarse el debate no es en su existencia, sino en su formulación, en su elevada proliferación en los modelos de comercialización de productos y en sus consecuencias “sociales”.

Como era sabido por todos los profesionales de esas entidades financieras (hablamos de los profesionales de verdad, por supuesto), dichos sistemas de incentivación y los de medición y seguimiento de la productividad que los sustentaban, sólo podían ofrecer a medio/largo plazo, los resultados que han ofrecido, es decir, unos sistemas y modelos comerciales basados únicamente en los resultados, dónde la cantidad siempre estaba por encima de la calidad y amparados, a tenor de su real eficacia, en que no importaba el engaño o mentira que incorporasen si el producto se había vendido (o deberíamos mejor decir, “colocado” a quien fuese).

Estos “principios”, posiblemente habrán promocionado fulgurantemente la carrera de miles de comerciales de tres al cuarto. Habrán salvado el trasero a no menos número de “jefecillos” de alta parábola y baja cuna, parlanchines de profecías y milagros comerciales (…estamos pensando en alguno de ellos de calva reluciente y otrora castellano porte que “paqué”…)  y hasta llenado sus casas de I-pads, de I-phones y de I-pods, pero también de I-mbéciles, de I-ncompetentes y de I-nútiles las entidades financieras que adoptaron tales procedimientos.

La directriz del ESMA es irreprochable tal vez. Pero también será inútil. Porque si bien es posible que el descaro de dichos sistemas de incentivos, se vea atenuado por cualquier silogismo metafórico y eufemístico en la reformulación de sus reglas. También es cierto que, como hasta ahora, los empleados que no vendan en la medida y cuantía los productos que “tocaban”, serán expedientados o sometidos a cualquier presión laboral que se considere más oportuna y aquí paz y después gloría.

De hecho, a nadie se le escapa que es muy fácil incentivar la captación de recursos de manera global –una generalidad exenta de conflicto con estas nuevas directrices- y luego, presionar ampliamente a los empleados, mediante correos o cualquier otra vía, para vender el producto X que corresponda.

Bien cierto es que la evolución de las especies es un proceso de velocidad infinitesimal…pero ¿para qué necesita ir más rápido en una especie tan poco exigente, a veces, como la nuestra?

Conseguir, si es la verdadera voluntad, un sistema financiero cuyos elementos desarrollen una actividad que no provoque, directa o indirectamente, controversia constante entre sus intereses y los de sus clientes, es un propósito que requiere reformular profundamente muchas de las “reglas” de juego actualmente existentes, así como el talante y perfil de sus “jugadores” (banqueros, organismos reguladores, agentes políticos, sindicatos, etc.) y, sinceramente, teniendo en cuenta su perfil de partida actual, esa voluntad de cambio, se nos antoja lejana…pero que muy lejana.