miércoles, 5 de febrero de 2014

Catalunyacaixa…cuanto más vendo, más (problemas) tengo

Agosto de 2013. Toda la prensa se hace eco de la venta de la gestora inmobiliaria de Catalunya Banc a los grupos inversores Kennedy Wilson y Värde Partners. Un proceso de venta que se había iniciado el mes de abril, estando aún al frente de la entidad su anterior presidente, el despedido procedentemente, Adolf Todó.

La operación fue vendida a bombo y platillo por la entidad, como un éxito rotundo, tanto por el hecho de que suponía la primera operación de este tipo realizada por una entidad financiera en España, por la terna inicial de 25 candidatos interesados, como por las anunciadas plusvalías que proporcionaría la operación y por el cumplimiento que suponía de las condiciones impuestas por Bruselas en cuanto a la obligación de deshacerse de sus negocios no estratégicos.

Releyendo entonces la noticia con menos entusiasmo corporativista, hay que decir que la misma se concretaba realmente en un compromiso de venta, con fecha límite para final de ese año, por un importe que oscilaba entre los 31 y 65 millones de euros en función de la determinación y situación final de la cartera inmobiliaria a comprar, así como de otros aspectos en materia laboral y tecnológicos. Esta cartera correspondía a un valor aproximado de 8.700 millones correspondientes a los activos tanto propiedad de CX como de los traspasados en su momento a la SAREB.

Recopilando hasta aquí, sería un tanto necio no darse cuenta que la noticia acumulaba en este punto no pocos elementos dignos de “mal fario” y desconfianza: venta iniciada por el nefasto equipo directivo anterior con Adolf Todó y Jaume Masana al frente, operación netamente especulativa por parte del comprador, ya que se trata de fondos buitre cuyo objetivo es la obtención de máxima rentabilidad en el menor tiempo posible sin más contemplaciones “técnicas”, con la vigilancia, tutela y patrocinio de los responsables del FROB al frente -¡ay¡-, una venta a 4 meses vista con una horquilla de precio exageradamente amplia y poco concreta  y, finalmente aunque no menos importante, de una entidad como Catalunya Banc con un contrastado y reiterado histórico de fracasos en todo los procesos en la que es protagonista.

Esta operación no fue un hecho aislado en la banca española, ya que con posterioridad, otras entidades financieras cerraron operaciones similares de desinversión inmobiliaria sin más contratiempos. Los propios Kennedy Wilson y Värde Partners compraron al Banco Popular el 51% de Aliseda por 815 millones de euros, mientras que Banco Santander se deshizo del 85% de Altamira en favor de Apollo. A su vez, CaixaBank vendía Servihabitat por 310 millones a TPG, mientras Bankia se embolsaba 90 millones procedentes de Cerberus por Bankia Habitat.

Pero las negociaciones a medida que se acercaba el plazo marcado para su finalización, no cuajaban, hasta el punto que ambas partes establecieron una prórroga hasta finales de enero de este año que, finalmente y una vez vencido el plazo, han supuesto la retirada del compromiso por ambas partes.

Las versiones sobre dicha disolución son dispares y nada transparentes. Por un lado, los representantes de Catalunya Banc se han convertido en unos auténticos expertos, habituados como nadie, en justificar y argumentar sus fracasos de venta. Y entre los motivos publicados, se encuentra el ya tan manido como cansino, de que la oferta recibida no es suficiente considerando la abundancia de ofertantes que suscitó, y sigue suscitando según ellos, la venta de su filial y claro, es de imaginar que unos querían pagar 31 millones y poco y CX consideraba que lo justo hubiesen sido los 65 y poco menos. Otros argumentan que a finales de año, Kennedy y Väde Partners ya se hicieron con la filial inmobiliaria del Banco Popular, lo que les supuso un fuerte desembolso de 715 millones de euros (más otros 100 variables en función de la evolución del negocio conjunto).

Algunas fuentes apuntan, que uno de los impedimentos ha sido las pretensiones impuestas por CX, en cuanto a la máxima conservación del número de puestos de trabajo de la filial en la operación (unos 200 aproximadamente). Una pretensión que nos parece poco creíble, rozando el cinismo, proviniendo de la misma entidad que está en proceso de despido de más de 2.000 trabajadores en base a un ERE, que además esta denunciado en la Audiencia Nacional y que implica el cierre de más del 30% de sus oficinas en base a unos criterios bastante lejanos y remotos a cualquier consideración de rentabilidad, y que está generando no pocos conflictos internos por la arbitrariedad interpretativa de las condiciones pactadas.  Al menos, así lo reflejan las circulares de sus sindicatos (…y para que ellos se quejen, considerando su triste y vergonzoso papel en el proceso, ya es significativo, aunque previsible).

Hace unos días, respondíamos a un comentario recibido en una entrada anterior del blog que cualquier cuento cuyo protagonista fuese CX siempre tendría un “colorín colorado” incierto y rocambolesco. Y con la noticia del fracaso de venta de la filial inmobiliaria, parece que la predicción se hace de nuevo incontestable. No hay que olvidar que el propio FROB y De Guindos habían dado por cerrado y descontada la venta de la inmobiliaria de CX como un atractivo más de cara a la venta de la entidad. Incluso a mediados de enero, declaraban que todo y las dificultades en cerrar la venta, no habían contactado con otros compradores por la expectativa y confianza que tenían en cerrarla en breve.

Desde aquí nuestra más efusiva “felicitación” a todos los participantes de este espectáculo tan dantesco y deplorable como anodino por su repetición, plagado como siempre, de la costosa comparsa de asesores y consultores (N+1 y Deloitte Abogados como asesores financiero y legal de CatalunyaCaixa). Veremos cómo les sale la venta de su gestora de fondos, aunque no dudamos que el cuaderno de venta, al menos, quedara precioso.

Lástima que no podamos hacer lo mismo con los empleados de estas filiales, que no es difícil imaginar, estarán siendo obligados a vivir un nuevo vía crucis de trágica espera en manos de unos responsables a los que les tienen muy bien tomada la medida de sus hazañas y méritos, sabiendo perfectamente lo que pueden esperar de ellos y, por las noticias que tenemos, desamparados totalmente de sus representantes sindicales. Nuestro ánimo a todos ellos.